La disminución del deseo sexual es un problema real en las relaciones a largo plazo. Viene como resultado de producir menos dopamina durante los encuentros sexuales con la misma pareja. Al mismo tiempo, el cerebro reduce su número de receptores de dopamina con el tiempo para procesar el efecto de recompensa inducido por esa persona.

La dopamina es el neuroquímico que impulsa el deseo y la motivación. Se nutre de la novedad. Después de que los "neuroquímicos de la luna de miel" hayan desaparecido, podemos sentir menos o ningún apetito sexual o deseo por nuestra pareja. En su lugar, podemos centrarnos en construir una carrera o en criar hijos. No significa que no sintamos amor o unión con nuestra pareja, solo que el deseo sexual es menor que en esos primeros días embriagadores de pasión.

Ese sentimiento de aburrimiento puede llevar a algunas personas a buscar nuevas oportunidades de apareamiento con parejas dispuestas, virtuales o reales. Hoy en día, el atractivo de la pornografía en Internet está causando estragos en muchas relaciones.

El Efecto Coolidge es la razón por la cual la pornografía, pero la pornografía en Internet en particular, es tan atractiva.

Un flujo constante de parejas novedosas y aparentemente dispuestas aparece disponible para nosotros, con solo deslizar, hacer clic o tocar. Sin el Efecto Coolidge, no habría pornografía en Internet. El cerebro límbico primitivo no puede diferenciar entre parejas reales y las versiones bidimensionales de realidad virtual en una pantalla.

Para ayudar a reavivar la chispa, se recomienda encarecidamente intercambiar comportamientos de vinculación. Estas son señales subconscientes al cerebro límbico que ayudan a calmar la sensación de separación o resentimiento. Mira esto útil artículo para más información.

Uno de los mejores libros del mercado que no solo expone la neurociencia y la psicología que sustenta este fenómeno, sino que también tiene una guía paso a paso para curarlo, es Flecha envenenada de Cupido: del hábito a la armonía en las relaciones sexuales, de Marnia Robinson.

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